por ANNA MARIA GUASCH
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* Artículo publicado en: Guasch, Anna Maria (2009) Autobiografías visuales: Del archivo al índice. Madrid: Ediciones Siruela.
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El texto que presentamos, Autobiografía visuales. Del archivo al índice, inició su andadura en el marco del programa de investigación «Biography» desarrollado en el Getty Reserch Intitute de Los Ángeles (California) en 2003.
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En dicho programa se presentaba la biografía (incluyendo la biografía del «yo» o autobiografía) como un género emergente no sólo en el ámbito literario, sino en el de la historiografía artística, un género que podía ofrecer nuevas aproximaciones, tanto teóricas como contextuales, al erosionado método biográfico implantado por Giogio Vasari en 1550 y que respondía a las siguientes preguntas: ¿Cómo las conversaciones biográficas han variado a lo largo del tiempo y a través de la cultura? ¿Cómo éstas han influido en la interpretación de los objetos? ¿Cómo algunas propiedades y características de los objetos conforman la producción verbal de una biografía de artista? ¿Cómo las interacciones con los objetos artísticos contribuyen a los procesos de formación de la identidad en la consideración de la biografía? ¿Cuáles son los «modos biográficos» dentro de las artes visuales? éstas y otras cuestiones fueron ampliamente debatidas por los más de treinta participantes convocados al citado programa a lo largo del año académico 2002-2003, entre ellos Paul Barolsky, Peter Burke, Eric Farnie, Nikolaos Chatzinokolaou, Griselda Pollock, Rudolf Preimesberger, Paul Smith, Rally Stein, Elisabeth Sussman y Richard Wrigley.
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Como apunta el biógrafo y escritor francés Claude Arnaud (1), desde la década de los ochenta las grandes corrientes del pensamiento, la antropología, el existencialismo, el psicoanálisis y el marxismo empezaron a ser víctimas de una contraofensiva «fulminante» que a partir de un cierto «retorno del yo» (y/o de la subjetividad) habría propiciado indirectamente la vuelta de géneros desplazados en los lindes de la historia como la novela histórica, la biografía y la ficción. Y ante un cierto desmoronamiento del optimismo del progreso histórico, de la idea de vanguardia y, en general, de la condición de modernidad (reivindicar la modernidad resultaba casi imposible desde el momento en que todo proyecto global, estético o ideológico parecía amenazado de deriva), la biografía aportaba una mirada dispersa, fragmentada, rebelde respecto al sistema y «curiosa» en relación con los hechos, sus gentes y sus orígenes.
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Paralelamente al impulso de la genealogía como alternativa al discurso explicativo lineal y desencadenante, la biografía aparecía como el género historiográfico que mejor podía explicar el renovado interés por el pasado vinculado a las «micronarrativas» así como por una dimensión del individualismo que en cada personalidad mostraba «un universo en sí» (2). De ahí la emergencia de un movimiento de curiosidad en relación con la «vida» y con la idea misma de «vida» como reacción frente a unos años de inflacionismo teórico dominados por la crisis de la autoría. En definitiva, unos años dominados por una defensa a ultranza de la impersonalidad, bajo el paradigma del barthesiano concepto de «muerte del autor» (1968) y el nacimiento, a expensas, del lector, o bajo el replantamiento del estatuto del estatuto de autor expresado por Michael Foucault en el texto «¿Qué es un autor?» (1969), en que pone en entredicho las convenciones usadas de la «función-autor» o del autor vinculado con una «entidad discursiva».
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Sol Le Witt - Autobiography (1980)
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Donde había antes un concepto, parece imponerse ahora una biografía (3). Y siempre con la consideración de que la biografía no explica la vida, sino que corre paralela a ella, como en paralelo corren los raíles del tren. Ante la necesidad de llevar a cabo un inventario de la época y de los modos de pensar, escribir, recapitular las personalidades, las formas y los comportamientos de la misma, la biografía aparece como una «respuesta instintiva», un impulso ciego frente a los fundamentos del orden y de la razón unidos al yo. Como afirma Arnaud, individualismo y biografía comparten elementos en común y sobre todo participan de una misma restauración de la inocencia, después de decenios de cuestionamiento moderno del «yo». Y si el psicoanálisis contituyó una tapa en el retorno del «yo», sin duda la biografía aparece como el instrumento más adecuado para responder a la crisis de la intelligentsia, de la teoría artística y los grandes relatos de la modernidad(4).
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Resultan interesantes al respecto las reflexiones de Pierre Bourdieu en el texto «la ilusión biográfica» (1994) (5), en el que justifica la proliferación de «las historias de vida» (concepto que abarcaría un amplio espectro de manifestaciones discursivas, desde entrevistas hasta autobiografía clásica) por la necesidad no tanto de profundizar en acontecimientos únicos y autosuficientes vinculados con el «sujeto» y con el «nombre propio», sino por la voluntad de contextualizar los acontecimientos biográficos en el campo social en la que se ubican: «Esto supone afirmar que no se puede comprender una trayectoria a menos de haber construido de antemano los estados sucesivos del campo en el que esta trayectoria se ha desarrollado» (6). [...] PDF Completo
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Citas:
(1) Claude Arnaud, «le retour de la biographie: d’ un tabou à l’autre». Le débat, marzo-abril 1989, pp. 40-47.
(2) Individualismo y biografía participaban, según Arnaud, de una misma restauración de la inocencia después de seis decenios de cuestionamiento moderno del «yo», de Pirindello a Borges, pasado por Pessoa. Véase Claude Arnaud, art. cit. p. 45.
(3) Claude Arnaud, art. cit. p. 43.
(4) No resultan extrañas, al respecto, las teorías que relacionan una cierta coincidencia entre la emergencia de la autobiografía y la posmodernidad. Véase el respecto Autobiography & Postmodernism, Katheleen, Leigh Gilmore y Gerald Peters (eds.), University of Massachussets Press, Boston, 1994.
(5) Pierre Bordieu, «La ilusión biográfica», en «Autobiografía como provocación», Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, 69, diciembre 2005, pp. 87-93. Texto publicado originalmente en Raisons practique, Sur la Théorie de l’action. Seuil, París, 1994.
(6) Pierre Bourdieu, art. cit. p. 93.
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